miércoles, 23 de junio de 2010

El Musical

Como toda mujer, alguna vez imaginé el día de mi boda. Creo que todas alguna vez lo hicimos, más allá de nuestra opinión sobre el matrimonio, situación sentimental y demás. Es inevitable, imaginar el vestido que te gustaría, el salón de fiestas, los invitados, el peinado, el novio, la comida, los regalos, la luna de miel, todo. Y una se pone a pensar justamente al ver algo que te remita a ese "sueño". A mí me remiten ciertas canciones. Imagino la entrada al salón. No me veo a mí misma, no veo al novio, no conozco a ninguno de los invitados, no podría decir si mi vestido tiene una cola larguísima o si estoy en pijamas. Pero escucho toda la banda sonora de la fiesta. Entro con Thank You, porque debe ser el tema más hermoso que escuché en la vida, y la voz de Robert Plant...bueno... se entiende. Y para el momento de ir entre las mesas saludando y sacando todas las fotos pertinentes suena The Rain Song. Me imagino el clásico video de fotos del novio y de la novia, esos videos vergonzosos que arrancan con fotos de la infancia. Ahí tiene que sonar Love You. Todos los invitados ponen cara de "Y eso??" mientras yo pienso "Honey love you honey". Terminado ese tema tiene que estar Two Of a Kind. En este punto me doy cuenta de que el novio sin identidad, sin cara, sin nombre, sin ningún rasgo particular, tiene un amor profundo por la música de Barrett. Otro rito: el vals. No quiero bailar el vals, al menos no El Danubio Azul. Yo quiero bailar At Last y quizá Till There Was You. Un detalle más del novio: toca el piano y tiene una voz preciosa. En el salón aparece misteriosamente(?) un piano, al que él se acerca decidido a interpretar una versión impecable de Maybe I'm Amazed. La noche continúa, intercalamos algún que otro clásico, los invitados se van pensando "Che, nada de Arjona ni Reik ni Sin Bandera, qué raro". Funde a negro. Fin.

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Gente que le pintó acotar