martes, 10 de mayo de 2011

Back to where you once belong.

(Porque sobre todas las cosas soy una persona de principios y me gusta cumplir con lo que digo, posteo.)


Me pone de muy mal humor, repito, de muy mal humor, la gente triunfadora que habla sin parar de todo lo que le sale bien, en esos momentos en los que siento ganas de terminar la tarea que emprendí hace 20 años con un cordón umbilical alrededor del cuello.
Es que por más que ames lo que estás estudiando y te levantes todos los lunes pensando "qué groso el giro que pegó mi vida", hay momentos en los que quisieras revolear el metrónomo en la cara de tu profesor (el genio que parece que tiene más dedos en las manos que cualquier mortal) y largar todo. Pero no lo hacés, por amor, entonces por más que no te haya ido muy bien que digamos decidís hacer el rito entre clase y clase (caminar-llegar a la plaza-sacar Final del Juego y releer-comer galletitas-alimentar palomas que se te avalanzan peligrosamente). Hasta ahí todo bien, pero cuando decide acompañarte en parte del trayecto el señor Felicidad Materializada la cosa se complica. Porque él le pone onda, pero molesta. Mucho. Molesta él y su nueva y genial banda (cuando yo apenas conozco pseudo músicos), él y su futuro nuevo instrumento (cuando yo no tengo un mango), él y su sociabilidad inherente (cuando yo tengo las fobias guardadas en el ropero y aveces las saco y me las pongo un ratito).

BASTA
Dejenme regodearme en mi miseria un rato
(que después se me pasa y vuelvo a ser tan encantadora como siempre)

NdA: Felicidad Materializada, gracias por la buena onda, fue un mal día nomás!

1 comentario:

Gente que le pintó acotar